La única ley que existe es la de asunción, de suposición.
Supones, das por hecho, crees que es verdad en tu imaginación que tu deseo ya se hizo realidad y es la manera de traer a la realidad material lo imaginado creyendo en su realidad.
Creemos en la realidad de algo cuando tememos que algo suceda. En la imaginación vivimos creídamente lo imaginado.
Cuando estamos enojados imaginamos creídamente eso que nos produce el enojo.
Cuando relajamos la mente y cuerpo y vivimos en la imaginación eso que queremos en nuestras vidas.
La ley de atracción es una forma poética de referirse a hacer realidad los deseos, y los principios son los mismos: creer en la imaginación que eso que queremos ya es real.
Pero cuando usas esta forma poética, inconscientemente abres caminos asociados a la perspectiva de separación.
No hay separación, entonces por qué hablar de atracción.
Yo no atraigo el amor de alguien específico, o el dinero o la salud. Yo solo elijo una versión de realidad donde tengo un amorío con esa persona específica o tengo ese dinero o tengo esa salud.
Yo soy esa persona con ese amor y salto a ser esa persona con ese amor. Y ese salto solo lo hago creyendo en mi imaginación.
En la ley de atracción asumes pero eres consciente de separación. Entonces eres consciente de la voluntad de un otro para ser tu pareja, o la voluntad de un otro si estas visualizando la salud de un amigo, o la voluntad de un otro de pagarte la deuda.
Entonces creo que es momento de aplicar la única ley, la de creer en tu imaginación que tu deseo ya es real.
Ya no pienses en separación y allanarás tu camino.
Piensa como El creador y El seleccionador simultáneamente.
Has creado todas las posibles realidades y eliges tu preferencia imaginando creídamente.
©Móni Ciampagna
