Imaginamos con intensidad y entrega constantemente.
Imaginamos circunstancias sublimes y acontecen, y las llamamos “milagros”.
Imaginamos circunstancias no sublimes, y acontecen; y las llamamos “tragedia”.
Tomemos nota del punto principal: “la intensidad” en la imaginación lograda por la atención focalizada.
©Móni Ciampagna
