𝐩𝐨𝐫 𝐌ó𝐧𝐢 𝐂𝐢𝐚𝐦𝐩𝐚𝐠𝐧𝐚
Nuestro cúmulo de creencias es lo que componen nuestra personalidad.
El ego se identifica con ese cúmulo de creencias. Y desde ese punto, todo cuanto existe se encuentra dentro de esos límites, y a eso le da la perspectiva de realidad única.
El ego no es una entidad ajena a nosotros, ni nada demoníaco.
Es Dios, en estado más denso; toda vez que Dios es todo cuanto existe.
Yo no creo que tengamos que aniquilar al ego, matarlo, secuestrarlo, esconderlo, o lo que se nos ocurra para controlarlo, ni siquiera hay que controlarlo.
Desde mi punto, solo necesitamos seguir practicando SABER que somos CAUSA.
Cuando sabemos que somos CAUSA, nos estamos reconociendo como Dios, en su aspecto de TOTALIDAD.
Y es cuando tomamos nota que el ego es un aspecto de nuestra divinidad. Es aquel que toma vida por nuestro sistema de creencias.
El ego nos da la perspectiva de individualidad en esta experiencia física.
Somos la individualidad y la totalidad, por lo tanto no podemos prescindir del ego.
El ego hace que yo me sienta Móni, y esté aqui interactuando con Ustedes.
Sé que soy Dios y sé que soy Móni, porque lo he elegido con mis creencias que conforman mi personalidad.
Sé que para elegir una nueva experiencia, tengo que trascender a Móni.
Y cuando regreso a Móni, la Móni será otra, moldeada conforme a la nueva creencia emulada.
Y entonces el ego se identificará con ese nuevo sistema de creencias.
Por lo tanto, tanto mi personalidad es maleable como lo es mi ego.
Y el único eterno es Mi YO Soy puro.
Pero ambos son reales.
El primero porque es consciencia pura. Y el segundo , porque es la consciencia pura habiendo tomado forma. (apariencia).
Todo cuanto hay es Dios, y Dios es todo lo que hay. Por lo tanto la individualidad también es Dios, más denso (la consciencia habiendo tomado forma).
©Móni Ciampagna